A pesar de la cantidad de seudónimos que utilizó durante toda su vida, se ha descubierto que el conde de Saint-Germain fue hijo de la reina Marie-Anne de Neubourg y del conde de Melgar. De ahí se entiende la nobleza de educación, al igual que el nivel económico que se permitió durante toda su vida. Así como sus conocimientos en idiomas, música, química, pintura, etc.
Su longevidad y su aparente eterna juventud, fue debida a su constante cuidado por la salud. Sobre todo en la alimentación. Teniendo cuidadoso reparo, en no abusar con los excesos, tan populares en la época.
Sin duda, fue en hombre adelantado a su época, que ya, desde el siglo XVII, nos sigue haciendo soñar con la posibilidad de la inmortalidad.
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