El 9 de enero de 1431, se abre un proceso que dura seis meses, en la que se acusa a Juana de Arco de idolatra, invocadora de demonios y herética. Es condenada a reconocer públicamente sus errores a condición de salvar su vida. Esta acepta, pero a los tres días se arrepiente, siendo condenada a morir en la hoguera. El 30 de mayo de 1431, una mujer con el rostro oculto tras un velo es quemada a la vista del público, mientras un escuadrón de 800 soldados impide que nadie se acerque. El cadáver es incinerado hasta convertirse en cenizas.
La historia relata que en 1435, una mujer se presenta ante los hermanos de Juana de Arco, vestida de soldado. Estos reconocen sin ninguna duda a su hermana. La posibilidad de que una mujer que no era Juana de Arco muriese en la hoguera en 1431 es muy probable.